De Londres, tengo muchas anécdotas que contar, pero ninguna foto rescatable. Y esa es la primera anécdota.
Me compré una cámara reflex digital, siguiendo los consejos profesionales de una de las fotógrafas más brillantes que conozco, una mujer que escribe historias manejando la luz, en vez de las palabras. Se llama Susana Giron, ha expuesto sus fotografías en el Conde Duque de Madrid en los últimos años, y tengo la fortuna de tener una de sus mejores fotos, según mi modesta opinión, enmarcada y dedicada por ella.
Pues bien, además de la maleta donde meto siempre de todo, porque no quiero ni imaginarme que pueda necesitar una sierra mecánica, y no tenerla, llevo siempre una mochila para mis paseos por las ciudades, en ella, esta la guia, la botella de agua, la cartera con el dinero y la documentación, algunas bolsas de frutos secos, por si te da la pájara, clines secos, clines mojados, un pequeño neceser de costura, de cosméticos...
En este viaje además llevaba, la cámara de fotos, en su propia mochila, con sus cables, la batería, las lentes de recambio...
Como es natural quise fotografiarlo todo con mi maravillosa cámara, desde las nubes que daban al cielo en varias tonalidades de gris, el aire inconfundible a la ciudad, hasta los edificios, los adornos navideños, la gente, el puente, el big beng, el cambio de guardia, los pubs...
No quite la tapa que protege la lente.
Eso no seria algo demasiado estúpido en una cámara reflex normal, pero siendo una cámara digital, la pantalla en negro debería haberme dado alguna pista.
Lo que me consuela, es que Londres me gusto tanto, que seguramente vuelva, y me llevare mi cámara de bolsillo, la que no pesa, para fotografiar los recuerdos viejos, y los que vayan surgiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario