El cancer...

He leído varias historias  de otras personas que han luchado contra  la enfermedad, yo voy a tratar de contaros mi experiencia, con sentido del humor, aunque he de reconocer que ha veces ha sido difícil no perderlo.

Voy a fabularos mi experiencia con ese bichito de mierda, que aparece en la foto.

Las mujeres van al ginecólogo, y el hombres al urólogo, no viene al caso, pero es por la igualdad de genero, además el cancer de próstata es uno de los más habituales, pero yo voy a hablarles de mi cancer, el de útero.

Adernocarcinoma, para los científicos.

Bien, pues en noviembre fui a una revisión ginecológica, y decidieron hacerme un legrado , que es una cosa horrible, pero tienen el buen gusto de hacértelo sedada, con lo cual, cuando te despiertas, quieres un café y un cigarrillo, después quieres cargarte a la gine...

Después del legrado, viene el diagnostico.

¿Que pensáis que se siente cuando te dicen que tienes un adernocarcinoma tipo II?, lo del tipo II debe ser porque es finalista, no campeón, gracias a dios.

Lo primero que pensé fue me voy a morir, con las pocas ganas que tengo....

Te realizan una operación para quitarte el cancer, el útero y los alrededores, y todo el mundo te dice, que bien, tanquitaoelcancer... y tu sonríes con los 52 puntos, pensando: vaya me he despertado de la anestesia... después, cuando se te pasa la anestesia, recuerdas cuando debiste matar a tu gine y no lo hiciste.

Te dan comida sin sal, te obligan a moverte y andar, y tu miras a las enfermeras con cara de pena, pidiéndoles con la mirada, por Dios, no me obligues a moverme, que me duele todo. Ellas que se conocen todos los trucos, te quitan la sabana, una por la piernas y otra por la espalda, vuala, en el suelo, retorcida sobre ti misma como el jorobado de notredame. allí es tirarte al suelo y hacer la pataleta o caminar.

Después te dan el alta, y piensas, todo ha terminado, pero no....

Gracias a todas las enfermeras de la clínica Nuestra Señora del Rosario, en Madrid. 

A las Amigas y Familiares, que se pasaron los diez días conmigo, en el hospital, de día y de noche, no acabaré nunca de darles las gracias.