Estaban merendándose, mi madre (de 87 años) y dos amigas suyas (de edad similar), que vinieron a verla a la casa, cuando solucionaron la recesión en dos sorbos de café y unos croasanes.
Mujeres sensatas, a pesar de la edad y los achaques. Mujeres que han vivido una guerra, la posguerra y sus conjuntos, y que saben de manejar los reales y las pesetas, y aunque el euro se les resiste un poco, ni Dios las engaña con las vueltas.
La solución es tan simple, que estoy por escribirle a Rajoy.
Ellas decían que para qué queremos las monedas encontradas en el mar y que han venido a España, si valen tantos millones que las vendan y que ayuden a la gente que se ha quedado sin trabajo.
Yo iria mas lejos, y vendería los fondos de tantos museos importantes que no tienen posibilidades de ser expuestos, porque otras obras de mayor envergadura o calidad le quitan el sitio en la pared.
Renunciariamos a parte de nuestro patrimonio cultural, en favor de la sanidad, la educación, la justicia, los mileuristas, las hipotecas basura... las posibilidades son infinitas.
Vayamos a todas las plazas de todos los pueblos, a pedir que se vendan, que se vendan...
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