Después de la lujuria siempre viene la calma.
La calma si es profunda y permanente, es ese estar con uno mismo, dejando al mundo aparte.
La pereza, es el grado más profundo de la calma, es apenas un paso menos de la muerte, es estar inerte, donde el cuerpo y el pensamiento se mantienen al unisono para poder vivir sin necesidad de movimiento.
La pereza, es un pecado capital que me parece venial, pues aun en un estado vegetativo profundo, somos capaces de que nuestro cerebro emita ordenes coherentes. Incluso puede planificar todos y cada uno de los pasos que serian necesarios dar, para satisfacer una necesidad.
Puedo estar tirada en el sofa, y saber que si me incorporo poniendo los pies en el suelo, hago el último esfuerzo de levantarme y camino varios pasos, llegare a la cocina, donde podre levantando el brazo, alcanzar un vaso, llevarlo al grifo, abrirlo y llenarlo para poder satisfacer mi deseo de beber, pero generalmente en ese estado, preferimos esperar a que cualquier otro humano de la manada se levante, para pedirle el vaso de agua.
A los perezosos nos falla la acción, pero la planificación es perfecta.
Lo confieso, soy perezosa.
1 comentario:
Lo confieso, soy perezosa!!!
jajajaja
Besazos
Publicar un comentario