domingo, 22 de abril de 2012

Los que somos ( nos creemos) escritores, podemos ser de alguna, algunas o todas las categorías siguientes:
Junta letras, maquinadores de tramas, relojeros de las sintaxis, cocineros de la palabra, espías de la vida, alucinados del aire, enamorados del amor, de la muerte...
En el grupo de Face, generación Kindle, se formula la pregunta, ¿que prefieres vender más o que se reconozca la calidad de tus escritos?
Una pregunta que me ha traído recuerdos de mi infancia, ¿A quien quieres más, a papa o a mama?, ¿que te comerías un plato lleno de pelos o  uno lleno de mocos?. Elecciones imposibles.
Todos queremos vender mas que nadie, y queremos creer que nuestra forma de fabular tiene, en su esencia una parte de magia robada a los dioses, además del esfuerzo artesanal.
Cuando paladeo a Gabriel García Márquez sus palabras me saben a chocolate amargo, con un leve aroma de mandarina.
Es el prototipo de genio y ventas, aunque no controlo demasiado los rankings que cada dos por tres aparecen, porque no se habla de numero de ejemplares vendidos, principalmente, y secundariamente, porque no se habla del dinero que dichas ventas producen al autor.

La calidad entendida como el uso magistral de los diptongos, seguramente hace que un escritor sea reconocido en el circulo de los lingüistas, pero vender?. No creo.

Como dirían nuestros mayores, en el termino medio se encuentra siempre la virtud, y yo añado, los superventas, (hablo de oídos, que de superventas se poco). Un trabajo que perfile las palabras dando forma a paisajes, hechos, personas.- que no personajes.- que nos hacen vivir otra vida entre portadas.

Eso es para mi ser un "buen" escritor, si además tienes la cabeza llena de historias fascinantes, horripilantes, amorosas, historícas, serias, políticas, contemporáneas, y tienes la suerte de que llegue al publico, necesariamente tiene que ser un bombazo.
Creo que Amazon nos ofrece la posibilidad de llegar a ese publico que nos puede hacer "explotar", gente sin prejuicios, que lee porque es su afición, y decide conforme a su propia experiencia, este recomendara el libro, o lo olvidara.

Yo prefiero vender mucho y ser vilipendiada por los maestros gremiales, que ser vanagloriada por estos mismos y vender penas lo justo para satisfacer mi ego.

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